viernes, 22 de enero de 2016

Más teatro menos delicuencia










SALVADOR PÉREZ

Solángel Ortega Reyes
Santo Domingo
“El teatro no se hace para contar las cosas, sino para cambiarlas”. Así lo pensaba el actor y director de teatro y cine italiano Vittorio Gassman, un personaje que concuerda perfectamente con las palabras del veterano actor dominicano Salvador Pérez Martínez, quien asegura que hay diversas ciudades en el mundo que se preocupan por reducir la delincuencia, y “qué mejor forma de hacerlo que con el teatro, ocupando a los muchachos”, parafrasea.

Lawrence (Massachusetts, EE.UU.), ciudad donde se encuentra radicada una de las personas a las que Pérez agradece su apoyo, el pastor Luis Piñero, cuenta con una gran obra comunitaria, y es la escuela infantil de teatro que lleva el nombre de Pérez Martínez. Pérez considera “que todos tienen el derecho de aprender nuevas técnicas, sin importar los recursos monetarios”.
“Nuestros jóvenes del campo, tienen bastante talento. No entiendo por qué muchos los discriminan. No solo por el color, sino por su situación económica”. Él asegura que para ir al Teatro Nacional o a Bellas Artes a ver una obra hay que tener dinero.
“Muchos que viven en zonas rurales no tienen la manera de ver una pieza teatral, algunos ni siquiera conocen el escenario”.
Entonces, se pregunta: ¿Por qué no actuamos siguiendo la famosa frase que dice: “Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”? Entiende que gracias al arte de interpretar historias está comprobado que Lawrence tiene el menor número de delincuentes, según las estadísticas que ha visto publicadas por el Estado americano.
“Las autoridades en ese sitio se preocupan bastante porque los niños, jóvenes y adultos tengan en sus manos el poder de adquirir nuevas enseñanzas en teatro”. También concuerda con que hay muchas escuelas de arte que proliferan por esa ciudad. “Así debería de ser en República Dominicana”, manifiesta Pérez.
Desde la década del cincuenta Pérez recuerda cómo se dedicó a hacer lo que realmente le apasiona en la vida, ya que, aunque estudió Leyes en la universidad, el teatro rodante lo vivió en cuerpo y alma.
“Desde que inicié en esta labor comencé a viajar por diversas partes del mundo porque mi interés siempre ha sido dar a conocer a nuestro país”, indica.
Agradece a su esposa, Milagros de Pérez, por haber estado a su lado durante más de cuatro décadas y por ser la regidora de todo lo que él ha hecho desde que la conoció. En su trayectoria tiene un portafolio de más de 300 obras. Pérez, agrega tras una visita a LISTÍN DIARIO que “el teatro, el cine y la televisión no tienen límites. No es un artículo de lujo, es el mayor auxiliar que cualquier profesional puede tener”. Cuenta que por medio de este arte las personas pueden aprender, no solo a manejar su cuerpo, mente y corazón sino a tener e locuencia para cualquier área en la que deseen de-sempeñarse.

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